Mi reseña: “Dulces sueños para niños despiertos”, de Sara Traver
Principales datos
Título: Dulces sueños para niños despiertos. Guía práctica del sueño infantil
Autora: Sara Traver
Editorial: Vergara
Género: Libro práctico
Páginas: 213
Fecha de publicación: septiembre de 2020
Recomendado para: mamás con niños entre 6 meses y 2,5 años.
Mi valoración: 5/5
Contraportada del libro
Si las noches de tu familia se han convertido en un momento de pesadilla, si hace tiempo que olvidaste lo que significa descansar, si sientes que estás realizando un esfuerzo enorme por conseguir mejorar el sueño de tu hijo y, aun así, los despertares y desvelos se han convertido en vuestro día a día, sigue leyendo...
Este libro es una guía completa que te ayudará, paso a paso, a resolver vuestros problemas de sueño, a identificar las situaciones propias y externas que pueden estar afectando y, sobre todo, a ponerles solución. Desde la calma y la empatía y atendiendo siempre a tus necesidades, así como a las de tu hijo.
Encontrarás una estructura totalmente práctica, con la que podrás establecer el punto de partida y abordar desde los cambios básicos necesarios (ajustar horarios, trabajar muletillas, ordenar siestas y noches) hasta la mejor forma de acompañar a tu hijo mientras aprende a dormir de manera autónoma. Al finalizar el libro, habrás recopilado toda la información necesaria para poder definir tu propio “plan de sueño” y ponerte manos a la obra.
Mi opinión
Creo que nunca me cansaré de recomendar este libro. A nosotros nos cambió la vida. Cuando lo compramos, Gabriel tenía nueve meses y habíamos empezado a ir para atrás con el sueño. Nunca fue un bebé que hiciera la noche del tirón, pero hasta los seis meses habíamos ido tirando con dos o tres despertares breves, lo justo para tomarse su biberón y seguir durmiendo. A los seis meses, ya nos había hecho algunas noches de un solo despertar e incluso había hecho algunos tramos de siete horas seguidas sin pedir atención.
Parecía que la cosa iba bien, pero en torno a los siete meses se empezó a torcer. Volvimos a los dos o tres despertares por noche y ya no eran porque tuviera hambre, necesitara biberón y se volviera a dormir. No. Con cada despertar podíamos pasarnos hasta dos horas intentando que volviera a conciliar el sueño. Dos horas de reloj. Para pegarse un tiro. Su padre y yo, que ya nos las veíamos muy felices, volvimos a dormir muy pocas horas cada noche y pensamos que alguna solución tendría que haber. Lo de conformarnos con un “bueno, es que es muy pequeño, ya dormirá”, no era una respuesta para nosotros. Tampoco lo era, por supuesto, dejarle llorar hasta que reventara de sueño.
Fue un día de aquellos meses malos, y después de haber probado opciones como el colecho, que pronto descubrimos que no era para nosotros —solo sirvió para que no durmiera bien ninguno de los tres—, por casualidad, rebuscando por Instagram, di con un perfil que estaba justo hablando de este libro. Muchas madres lo recomendaban. Entré en Amazon y vi opiniones muy buenas, así que no dudamos más. Eran 16 euros, ¿qué era lo peor que podía pasar?
Según tuve el libro entre mis manos, tardé menos de una hora en buscar lo que más me preocupaba —en mi caso, saber cómo quitarle el biberón para que no se durmiera con él en la boca—. En esa primera lectura, ya descubrí que existen toda una serie de muletillas y en el libro la autora te las va desgranando y explicando cómo deshacerse de cada una de ellas.
Es cierta que la propia Sara te pide al principio que esperes a leer el libro completo para poder preparar un plan de sueño adaptado a tu pequeño, pero yo no podía esperar. Es un libro tan práctico que enseguida di con algunos consejos que podrían servir para nosotros y los puse en práctica esa misma noche.
Te diré una cosa: funcionó. Fue la primera noche que se durmió él solo en su cuna, sin biberón ni brazos. No tardé más en dormirle que otros días y, además, solo hizo un despertar. Mi marido y yo no nos lo podíamos creer. ¿En serio íbamos a resolver nuestro problema tras leer unas pocas páginas de un libro? Parecía magia.
El día siguiente arañé minutos de donde pude para leerme el libro de principio a fin y recuerdo que no pasaron más de 48 horas cuando tuve preparado nuestro plan de sueño personalizado. Como la autora dice, es importante involucrar a todas las personas que están al cuidado de nuestro hijo, así que, además de dejarme el plan bien visible en la puerta de la nevera, hice una llamada a la guardería para poder hablar con calma con su profesora y después preparé una miniguía —una hoja de Word— para mis suegros, que también se ocupaban de las siestas de Gabriel varias veces a la semana.
Me sentía un poco mandona con tantas instrucciones y tenía miedo de las reacciones, pero si algo he aprendido con mi maternidad es que el bienestar de mi hijo está por encima de lo que yo pueda pensar o sentir en un momento concreto. La acogida fue mejor de lo esperado y me consta que todos me hicieron caso, lo que sin duda ayudó a dar la consistencia que Gabriel necesitaba para que los cambios fueran rápidos y efectivos.
Creo que también me ayudó mucho crear una tabla de registro. Ahí iba anotando las horas que dormía mi hijo de noche, todas las veces que se despertaba y el tiempo que estábamos despiertos, las siestas que hacía por el día, cuánto duraban… Parece una tontería, pero tenerlo por escrito y ver el balance día tras día y semana tras semanas nos ayudó a ver la evolución, ajustarle mejor sus siestas —esto es clave, ya te lo adelanto— y terminar de rematar los resultados que ya estábamos empezando a ver.
Han pasado nueve meses desde que pusimos todo esto en práctica y sigue habiendo noches en las que tenemos que levantarnos a atenderle —sin ir más lejos, desde que empezamos a la guardería en septiembre, que coincidió con que se puso malo y que le habíamos hecho el cambio de la cuna a la cama, llevamos unas tres semanas levantándonos una vez casi cada noche—. Sí te diré, sin embargo, que podría contar con los dedos de las manos las noches en las que nos hemos tenido que levantar más de una vez en estos nueve meses y también que el balance, aún con estas tres últimas semanas un poco peores, es de más noches dormidas del tirón que de noches de un despertar. ¿A que no te suena mal?
Lo que más me ha gustado
Es súper práctico. Va a lo concreto y está muy bien estructurado. Es fácil encontrar la solución a tu problema con tan sólo buscar en el índice. Contiene infinidad de consejos y se lee muy rápido. No hay paja.
Lo que menos me ha gustado
El libro contiene varias tablas con los promedios de sueño y siestas y cada una aporta un tipo de información diferente (sueño nocturno, diurno, media total, etc.). Algunas veces he querido encontrar un dato rápido y me ha costado porque no iba a la tabla correcta. Quizás si incluyera una tabla completa con todos los datos, sería estupendo. Pero bueno, esto ya por rizar el rizo.
Mis frases favoritas
En el caso de este libro, quiero copiarte dos párrafos enteros que a mí me removieron muchísimo. Creo que es una reflexión muy necesaria y que puede ayudarte si tú también te sientes culpable sólo por el hecho de plantearte buscar soluciones al sueño de tu hijo y no “aceptarlo tal cual es”. Aquí van:
Cuando nos enfrentamos a un proceso para mejorar el sueño de nuestros pequeños, suele asaltarnos una duda: ¿por qué modificar algo que a ellos “les va bien”? Pensamos que somos unos padres egoístas, nos convencemos de aguantar una noche más, nos preocupa hacerle pasar un mal trago a nuestro hijo solo porque nosotros queremos dormir más. Pero, créeme, no le estás haciendo ningún favor. Te propongo que le demos la vuelta a este pensamiento y que busquemos el enfoque positivo.
Los padres somos capaces de hacer infinidad de esfuerzos desde el profundo amor que sentimos hacia nuestros hijos y tenemos una actitud de abnegación a veces excesiva: si tienes que comerte la comida fría, te la comes; si tienes que dejar de ir al gimnasio, lo dejas; si tienes que aguantar sin dormir… aguantas, ya pasará… Pero el tiempo avanza y la situación no cambia. No te pido que dejes de lado tus emociones, entiendo que puedas sentir cierta culpabilidad, pero te revelaré dos cosas que probablemente ya sepas aunque quizá necesites escuchar. La primera, que tienes que cuidarte para poder cuidar; no hay mayor gesto de amor hacia tus hijos que ser la mejor versión de padre o madre que sea posible. Y la segunda, que no le estás haciendo ningún bien, de verdad; tu hijo necesita dormir tanto o más que tú.
Duro, ¿verdad?
Sobre la autora: Sara Traver
Durante mucho tiempo afirmó que no iba a dar el pecho, pero entonces se quedó embarazada y todo cambió. Supo que no solo estaba deseando que su lactancia saliera bien, sino que quería, además, una crianza que las respetara a ambas al máximo.
Toda esta revolución la empujó a formarse. Hoy, Sara es asesora de lactancia, asesora de alimentación y baby-led weaning y asesora de sueño. Desde hace años se dedica a acompañar a familias en las diferentes etapas y procesos de la crianza de 0 a 6 años.
Además de ser autora de “Dulces sueños para niños despiertos, una guía práctica sobre el sueño infantil”, es co-autora de “BLW, 0% dramas, 100% soluciones”. También puedes encontrarla como profesora de la Escuela Bitácoras, como parte de la comunidad Gentle Sleep Coach y seguirla en su perfil de Instagram, donde divulga contenido sobre crianza, lactancia, alimentación infantil y sueño.
Para saber más sobre el sueño infantil
Si te ha gustado este artículo, te recomiendo que leas también esta entrevista a tres asesoras de sueño infantil, en la que encontrarás las claves para entender mejor el sueño de tu hijo y conocerás la importancia de las rutinas para favorecer el descanso de todos en casa.
Y si te has quedado con dudas sobre el libro, necesitas ayuda para rellenar el registro de sueño o quieres compartir tu opinión sobre este artículo, no dudes en dejarme un comentario o escribirme a hola@palabrasparamama.com.
¡Gracias por leerme!